TenÃamos miedo de que nos encontraran. Por eso nos escondimos dentro de los lugares que sabÃamos que jamás buscarÃan. El problema vino después.
No entendimos cómo se metieron a la casa. Era de noche y mi mamá aún no llegaba del cine. Escuchamos ruidos en el patio. Los tres nos despertamos y de inmediato decidimos llamar a la policÃa. TardarÃan un poco en llegar. Mientras tanto nos ocultamos en los armarios del cuarto de mi mamá.
Escuchamos, mientras estábamos dentro, cómo los que parecÃan ser ladrones urgaban en los cuartos. Felipe se morÃa del miedo. Adrián querÃa llorar. Yo traté de mantener la calma, pero me temblaba todo. Sin embargo, no me disponÃa a dejarnos atrapar. Mis hermanos y yo preferimos esperar, tranquilos de cierta forma. Los pasos de los ladrones se oÃan en el cuarto de mi mamá. Tiraban cosas. Se reÃan. No sé cuántos minutos se tardaron. No se escuchaba nada. Ni siquiera escuchamos que llegara una patrulla. No sabÃa si debÃamos salir o seguir esperando ahà dentro.
Todo estaba en calma. El miedo seguÃa en el aire. Felipe, Adrián y yo continuábamos escondidos. No contamos con que alguien entrara a la casa; ni siquiera se nos ocurrió que la policÃa tardarÃa tanto en venir a revisar, en una zona residencial tan concurrida. Tampoco contábamos con que los supuestos ladrones se irÃan justo en el instante en el que hubieran encontrado lo que buscaban e incendiarÃan la casa con nosotros dentro...